La magia se esconde en muchos sitios, pero como todo aquello que a veces se esconde, puede producir miedos, terrores. Si juntamos los miedos que escondemos en los bosques junto a aquellos que se esconden en nuestro interior... A la pérdida del ser amado, a la pérdida de la vida, a la pérdida de uno mismo. El bosque siempre ha sido una metáfora de entrada a lugares desconocidos de nosotros mismos, enfrentarse a sus profundidades es enfrentarse a tu propio ser, enfrentarse al laberinto. En el bosque encontramos puertas, también, pero no siempre, mágicas, que nos pueden transportar a estados no naturales de nuestra conciencia, inducidos por el pánico, el deseo, la búsqueda de uno mismo o la huida. De él no siempre se sale airoso, quizá sea la locura quién te arroje, quizá no salgas, y puede que, como en el final de muchos viajes iniciáticos salgamos de él con más luces de las que teníamos. Superar el viaje, atravesar el bosque, tragarse y asimilar los miedos, los tropiezos, lo que no se ve, se oye o se intuye, hasta llegar a la zarza, a la fuente, a la piedra, a la muerte, el final, o el amado. O quedarse en un claro, dejando que el sol te seque el sudor.
macu!
ResponEliminasi et porta per camins de boira, potser no és el rastre correcte.
ResponEliminaJesús M/USD
:-D
Potser si estàs en la boira és impossible trobar el rastre!
ResponElimina;-)
Eulàlia ,agafa com a mínim una llanterna...i un GPS...
ResponEliminaJajaja, molt bona ,Fina, un GPS i una llanterna senpre són útils en boscos boirosos... I si pot ser que no s'acabin les piles!
ResponEliminaQue siguin Duracel!, hahaha.
ResponEliminaQue la boira i el bosc et deixin distingir cada arbre... i els seus brots verds.
ResponEliminaLa magia se esconde en muchos sitios, pero como todo aquello que a veces se esconde, puede producir miedos, terrores. Si juntamos los miedos que escondemos en los bosques junto a aquellos que se esconden en nuestro interior... A la pérdida del ser amado, a la pérdida de la vida, a la pérdida de uno mismo. El bosque siempre ha sido una metáfora de entrada a lugares desconocidos de nosotros mismos, enfrentarse a sus profundidades es enfrentarse a tu propio ser, enfrentarse al laberinto.
ResponEliminaEn el bosque encontramos puertas, también, pero no siempre, mágicas, que nos pueden transportar a estados no naturales de nuestra conciencia, inducidos por el pánico, el deseo, la búsqueda de uno mismo o la huida. De él no siempre se sale airoso, quizá sea la locura quién te arroje, quizá no salgas, y puede que, como en el final de muchos viajes iniciáticos salgamos de él con más luces de las que teníamos.
Superar el viaje, atravesar el bosque, tragarse y asimilar los miedos, los tropiezos, lo que no se ve, se oye o se intuye, hasta llegar a la zarza, a la fuente, a la piedra, a la muerte, el final, o el amado.
O quedarse en un claro, dejando que el sol te seque el sudor.