Em plau d'atzar d'errar amb els meus dits per les galtes barbudes de l'home que tinc devora. Així que el vaig poder abordar, un desig intens i inexplicable m'impel·lí a veure de prop aquells pèls curts que arbraven els costats del seu rostre. Així, quan tots dos vam disposar de l'espai personal de l'altre, el meu primer gest va anar cap a la seva barba, una barba sense estridències, frondosa sense excessos, que permetia esbrinar el color de la pell dessota. Recordo la sensació.
Aquella barba segueix visquent, ara més polida i retallada, amb més clarianes, però conserva, penso jo, la suavitat i la rudesa dels principis, la qualitat d'encenedor d'íntimes juguesques, la simbologia d'uns temps. Només té un problema, la barba, i és que m'impedeix assistir al ritual lent, precís, arriscat, de l'afaitat que tant m'agrada veure reflectit al mirall, asseguda jo al bany, els diumenges al matí, mentre prenc un cafè americà i la llum del dia s'acaba de desvetllar.
Andando por una acera del Madrid que me enseñaste, tiro en una papelera, quizá en la calle Ruiz, estos folios que están sin escribir.
ResponEliminaEn ellos, te cuenta la página no escrita, aquellas cosas, que el silencio de nuestras conversaciones te dijo. Volverás a leer mis silencios, pero sin ojos, aún no se ha inventado el correo al que mirar cuando alguien te quiere dejar. Voy a pintarle, como a los barcos de alguna parte del mundo, un ojo a estos folios en blanco, así tampoco podrás ver un gran ojo, azul, claro, que navegará por los lejanos mares de una China, de un Japón, que nunca nos verá comer pescado juntos.
Me agacho junto a la boca gris que se va a tragar este adiós, para apoyado en la rodilla pintar el ojo al papel, el esfuerzo me marea y del blanco surge la música de tu paisano: “Vaughan Williams… uno de los compositores … del siglo XX. … es considerado … gloria nacional, fuera de este ámbito…”. Suena De greensleeves. Asciendo con la música hacia el papel blanco de mi rodilla, que inmensamente grande me ha recogido, como una sábana, en el suelo de la acera.
Papelera, esquina calle Ruiz, varón, entre 35 y 45 años fue atendido por una unidad del SAMUR, presentando un cuadro de parada cardiaca, realizadas técnicas de reanimación, infructuosas, aunque se agolpó mucho público, ante la no respuesta, y la impaciencia de los curiosos, defraudados, el personal facultativo procedió a realizarle una incisión en el pecho para aplicarle un masaje manual directamente al músculo, técnica que tampoco tuvo éxito porque en lugar del corazón le hallaron un racimo de ojos, algunos azules, claro, que miraban atónitos.
Con un -hoy cenamos ojos- se dio por finalizada la práctica, levantamiento, recogida y adiós.
El folio, blanco y ciego, no llegó a la papelera de ninguna esquina, quedó pegado al suelo, por un líquido desconocido, que también impregnaba guantes de látex, jeringuillas y bolsas de suero, muestras de que justamente allí, y además seguro, uno había muerto. El líquido, azul, claro, no era sangre, y se irá tornando gris, para formar parte de todo aquello que, junto al nacimiento de una farola nadie ve, pero está. Por eso hay quien en vez de latir, mira, atónito, antes de morir.
Ya soy libre, liberado de la vida azul, del olor de las manzanas con canela que poblaban tu cuello, y voy a ir recorriendo los sitios donde te añoré, para pintar con tiza blanca las sombras que hemos dejado.
Es curioso no verse, levantar la mano y no tenerla, y más curioso, ver como una blanca tiza va dibujando tu contorno y el mío ante la asustada mirada de un perro labrador que ayuda a cruzar la calle a un ciego ausente. Los perros creen en fantasmas, y este huele la mano que no ve. Dejo mi tarea de dibujo, y justamente un transeúnte me da una moneda, acaricio al labrador, que clava en mi olor a ojos los suyos, dándome la bienvenida y ayudándome a cruzar al mundo de los muertos, le doy la moneda, y ya en la otra acera, sigo la búsqueda de tu sombra y la mía.
Tantas veces cruzamos y descruzamos esta y otras calles, que pasarán más de mil años -muchos más- antes de que se borre la gruesa capa de tiza blanca, río seminal, en que he convertido esta zona, por otro lado bastante gris, poblada de funcionarios del verde y del fisco.
Si miro al cielo veo como nuestros pasos ascienden hacia la luz del noroeste, y corren atropellados para ir a pasear por los alrededores de El Escorial. Abejorros azules, claro, les irán a picar, hinchando los dedos de nuestros pies, talones y pulpejos, que inflamados por el venenoso aguijón, se convierten en negros nubarrones, amenazantes, lloviznosos, tronantes, y granizando y nevando, irán cubriendo desde la sierra hasta la autovía, y una vez más, parejas que no se aman, se verán bloqueadas durante horas, sin gasolina, mantas, ni cadenas, sin calor, sin mirarse a los ojos, y sin amor. ¡Ay! a donde me llevaron tus pasos, a donde anduvieron los míos, que han nevado las calles y los montes por ser nueve de enero, día internacional de los corazones de tiza blanca.
Lalalalalá lalalalalá lalalalalá, canturreando el Carnaval de los Animales, se van los abejorros, inmensamente gordos por el atracón que se han dado. Nunca te diré, nunca, que tu dolor fue en mí placer, que tus aguijones fueron en mis pasos, mil lenguas y mil bocas, la tuya, que me dejaron desmayado de gozo, en un manto blanco, haciendo ángeles en la nieve de la sierra de Madrid.
Tú sola, tú sola, tú sola y hasta tres veces, has llorado lo suficiente, tú sola y todas tus sombras allí, han llorado lo suficiente como para hacer dimitir a una ministra de fomento por el caos de la nevada. Tú sola, tú sola, tú sola, y hasta tres veces tú, has dejado aislados los corazones de quienes no se amaban, cabezas que giran al exterior y sin mirarse, esperan ver llegar una quitanieves que se lleve a quien ocupa el asiento de al lado. Grandes máquinas amarillas con luces naranjas, que recogen el desamor del arcén. Venid, venid, por tres veces venid, llevadme derretido al mar, fango gris, al mar azul, claro. Al mar, azul.
Llego a la desembocadura de tus abrazos con la Pavana de Fauré, y me disolveré, como se disuelven los malos recuerdos, en tu regazo azul, para morir definitivamente sin ti, pues es el olvido lo que liberará tu alma de la mía. Recibirás, mar, estas asquerosas aguas en las que me he convertido, y el ir y venir de tus olas y corrientes las purificarán, evaporarás las mentiras y harás devorar por tus peces mis miserias y cobardías, y algún día, cuando de tanto batirme en las cuchillas de las rocas, hallas olvidado mi nombre, me devolverás a una tranquila playa, encarnado en un buen recuerdo. Una sombra que, junto a la tuya, se besa a las puertas de un café en la calle Ruiz.
Hola Angelina, te reitero mis saludos y te mando, en vez de un comentario, un pequeño escrito. Como el tuyo, lleno de sentimientos, algo más oscuro, y en otro orden, también muy peludo.
ResponEliminaLa Eulália tiene mi correo, me gustará saber de tí. Gracias.
Estimado Jean-Christophe,
ResponEliminaEulàlia me dará tu correo y yo te escribiré. Me he leído lo que has escrito demasiado rápidamente pero ha sido un placer ver que tu vena sigue viva. Lo leeré mejor y entraremos en contacto.
Un beso,
Angelina
Cristóbal (o Jean Cristophe, com ho prefereixis). Ja fa uns dies et vaig dir que el blog és una cosa oberta i per mi podries haver penjat el teu text com a autor, que així hauria tingut més lectures i més visibilitat, en definitiva. Crec que és dens i obscurs, certament, però ple d'imatges suggerents. No sé com ho veus. La proposta que et faig és que t'incorporis al blog com a autor, i així serem més i ens divertirem més.
ResponEliminaL'elecció és teva: ara la pilota és a la teva teulada, però en el bon sentit. Crec que si escrius aquests textos tindras ganes que més ulls et vegin, així com passa al teu relat. (Sobre el qual em permeto dir que li sento reminiscències lorquianes, cosa que no sé si t'agradarà o no).
En fi, salut i ja ens diràs alguna cosa.
I a l'Angelina:
Celebro que tornem a ser-hi! De veritat.