Me he soñado muchas veces naciendo. Saliendo bruscamente del útero de una madre con cara de profundo esfuerzo y una Nikon F4 en la mano derecha.
Venga, todos contra la pared e id sonriendo que tengo toda una vida por fotografiar… Dóciles, médicos de la sanidad pública, van componiendo su mejor cara de foto, por ambages del sexo, he sacado del vientre un precioso 50 milímetros de una pasmosa luz: 1.4
Socorridos los años y transcurridos en animoso deterioro, sigo conservando la F4 de leche y una Kodak Instamatic precoital, dícese del mío, y por el cual acontecí.
Y desde el coño al caño, sigo buscando la foto. Que bonito, y que buenas.
Amarillo Moliere, de puritita pirita y envidia, torturo mis dedos en mil arpegios, y sudando la cámara, agotados me repiten: no tenemos ojos para las fotos.
Chorrea la belleza ante mí, y hedonista y gandul, no puedo más que dejarla transcurrir. No estaría esto nada mal, si no fuese yo un taxidermista del discurrir.
Un text molt bo que diu moltes més coses de les que sembla al primer cop d'ull. Després de la lectura per pur plaer de la poesia, hi ha una mena de teoria no massa fàcil, però reconeixible. No sé volies fer una apologia del voyeurisme vital. Una de les formes que tenim de viure és mirar què passa, i què fan els altres. Retornes al tema dels ulls inesperats ("hoy cenamos ojos") que ens miren quan menys ho pensem. I és cert que del fotògraf al taxidermista hi ha tan sols un pam.
ResponElimina