dijous, 26 de març del 2009

Vaya cola que tienes Niki.

La lagartija asoma la cabeza por la rendija. El sol calienta la losa y le llama. Aparecen primero dos finos y oscuros alfileres, en su hocico, con los que huele, y más atrás, dos ojillos chiquitines y aún legañosos, es la primera de esta casi primavera.

La lagartija. Me acerco pero no me oye, serán las vibraciones de mis pasos lo que la alerten, serán, porque sus pabellones auditivos se perdieron allá en Austria, en un circuito. No tiene orejas, sino unos pequeños huequitos, y cuando me deja acercarme y mirarla, me recuerda a Niki Lauda. Otras, las más, corre acelerando como un fórmula, es la reina de la peña.

Muchas veces, desde este alto risco, Niki Lauda y yo hemos compartido tortilla de patatas y café, no llega a fumar, le marea mucho, pero de alguna caladita si se ha tomado algún suspiro. Desde su rendija ha pacido horas y horas rodando hormigas y mosquillas, velando por dar de comer a su hambre, y claro está, escuchándome. Que jodida, es toda una artista, se te queda mirando con cara de réptil austral, y si hablara lo haría con acento porteño, totalmente como uno de aquellos miles de terapeutas, que allá por los setenta, vinieron a resolver los problemas de acá. Si en vez de verde y amarilla fuese azul sería de Boca, que precisamente es lo más, junto con su cola, grande que tiene.

-Vaya cola que tienes, Niki. Tienes más rabo que la Pantera Rosa. Jodia.

Y se ríe, mientras feliz se solaza. Satisfecha de sol, de mosquillas y hormigas y de haber finalizado un día más, con aprovechamiento, mi sesión de terapia.

-Anda, vé con el dios de todas las cosas, y no te olvides mañana de traerme más tortilla.

Así pasan mis treinta días, ella asomada a su rendija, y yo asomado a un canjilón de mar, al cual no acabo de decidir si tirarme o embarcarme. Vendrá, tal vez, el frio escaso del otoño, y puede que más tarde, los vientos cortantes del invierno, pero lo que es seguro es que la nieve del risco tapará la rendija, Niki se echará a dormir, y yo, acabada mi terapia me dejaré ir en el vacío de este despeñadero frente al mar. ¿Volaré o me estrellaré en las rocas? ¿Será suficiente mi impulso para evitar la rocalla y sumergirme hasta donde viven los salmonetes? En tiempos pensé en traerme el viejo ala delta con el que liberamos el ansía de volar, pero me da pereza verme ahogado junto a un amasijo de aluminio anodizado, no sé, creo que ya pasé bastante tiempo esclavizado en una cruz de taca-taca como para encorsetarme ahora, que ya se tanto andar, como volar.

-¿Te planteas el andador como una parte irresoluta de tu vida? Descríbemelo. Decime ¿era tu padre quien te ponía en él, y tu madre la que te recogía? ¿vos creés que el tiempo que le condenaban al andador sus papas andaban cogiendo por la estancia?...

-No me fastidies Niki, sabes que el anciano carpintero se casó con mi madre, soltera, y que andaba todo el día cepillando tablones y no tías.

-¡Buf!, no colaboras, no colaboras.

Llegará el día de la tentación, y por tres veces, tres, Niki me ofrecerá una salida. Y por tres veces tres haré yo apartar de mí su rabo.

Llegará a derramar su sangre por mí, y gigante como un Godzilla, darme dos toneladas de su cola, sacrificio de amor. Arrancará ella misma de su cuerpo su apéndice para entregarme su solución final, algo a lo que agarrarme.

-Adiós Niki, adiós.

Y salté.

Treinta días pensando para coger impulso, y en el último instante se me engancha la sandalia de pescador, y ale, a la roca. Y una vez más el cielo se abre y su corte, en un pispas, y cual uno uno dos, rescatan mi cuerpo del destrozo. Depositándome, como cada año, de pie, en el mar.

-Que tal Gabriel, como vas… ¿mucho curro?- Gabriel, arcángel, sin afeitar de dos días, ni me mira. Se sostiene de pie sobre las aguas, es un extra que no todos tienen, mientras aburrido rellena el papeleo.

-Venga Cris, súbete al bote, que se hace tarde. ¿Has visto a Niki? ¿Cómo sigue? Desde luego…, no es justo, desde que lo expulsaron no encuentro una pareja de mus que mienta como él, el jodio porteño, se pensaba que era Dios, con esos pies diminutos y esas manitas con las que creyó derrotar a la Pérfida Albión, …que bien jugaba. Y átate la sandalia, que te vas a matar.

2 comentaris:

  1. Els llangardaixos, Cristóbal, sempre m'han atret. A Mallorca hi ha dragons ('salamanquesas') que es deixen observar molt millor que els llangardaixos. Semblen més curts de gambals, menys atents a la rapidesa, però no perden fil de cap moviment de papallona de nit. A part, són més amples, més sauris, i em fan pensar en els dinos, però mai en el Niki Lauda.

    Espero que t'hagis recuperat del salt sobre les roques.

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  2. Cuánto me gusta leer "llangardaixos", que bonito, es precioso.
    Primero fue la rima: "La lagartija asoma la cabeza por la rendija" luego el resto. Como sabes, por un accidente, Niki Lauda, heroe de mi niñez, casi perdió una oreja y parte de su rostro, dejándole un extraño rictus, que a mí me se me figura como un gesto cínico y de retranca. Eso y la velocidad, eso y que los reptiles siempre han estado asociados a la maldad y al "demoño" Mi Niki no es otro que el ángel caido, Luzbel, Satanás, Lucifer, alojado en la rendija de una peña, allí donde durante 30 días ha de tentar a Cristo. El cual, como no puede ser de otra manera, tiene un cacao mental del quince. Y una y otra vez intenta no "caer", y una y otra vez se arroja, pero nunca cae, pues además de poder andar sobre las aguas, tiene a un padre protector que le mima y le manda al guapo de Gaby, sin afeitar de dos semanas, nuestro hastiado Arcángel San Gabriel.
    Y en esas estamos.

    Cuanto me gusta leer "llangardaixos"
    "Els llangardaixos asoman els caps pels calaixos" también me hubiera valido. Sí.

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